“Se empieza a hablar de una burbuja cuando hay
un exceso de liquidez en el mercado. Como ingresa una masa de dinero y hay
escasez de terrenos, los precios se elevan ante una mayor demanda y los insumos
de la industria también van al alza”, señala César Peñaranda, director del
Instituto de Economía y Desarrollo Empresaria de la CCL. Sin embargo, esta
demanda, cuando se vuelve artificial, es capaz de elevar los precios a un nivel
absurdo. “Hay una exigencia real porque la población crece y su poder
adquisitivo también. Pero si se suman capitales ilícitos de parte de, por
ejemplo, narcotraficantes que buscan lavar dinero, se genera una sensación de
demanda que no existe”. Otro factor que influye en la generación de una expectativa falsa es la mala interpretación de la información que da
el mercado. “Los precios
de los activos (las casas, en este caso) se ponen en base a expectativas a
futuro. Mucha liquidez puede generar la ilusión de una situación de crecimiento
indefinido, lo que implica un funcionamiento ineficiente del mercado, porque se
está valorando mal los datos”, sostiene Hugo Perea, economista jefe para el
Perú de BBVA Research.
En las
crisis de Estados Unidos y de España, a los
factores arriba mencionados se sumaron otros, como los casos de familias
sobreendeudadas que no pudieron pagar sus créditos hipotecarios cuando las
tasas de interés se elevaron, un sistema financiero dependiente de productos
hipotecarios o créditos colocados en portafolios bancarios, situaciones que no
existen en el país. “En el Perú no tenemos un mercado tan sofisticado como en
estos países desarrollados”, señala Perea. Los créditos que se otorgan para
facilitar el acceso a vivienda en el Perú, según el especialista, son para
primera vivienda, para que el cliente viva realmente en el inmueble adquirido
y, si bien nadie compra algo sin la ilusión de generar ganancias, la compra de inmuebles para generar ingresos no se presenta de manera
sistemática. Por
esto, ambos coinciden en que no existe una burbuja inmobiliaria en nuestro país: no hay
un precio desalineado de los factores de mercado y tampoco hay mecanismos de
amplificación que repliquen un ajuste en el precio de las casas a nivel
macroeconómico. Pero no se puede mantener la tasa de crecimiento de los últimos
años. “En los últimos cinco años se vio un alza de 14% en promedio anual, eso
es insostenible. Nuestros cálculos señalan que esto debe reducirse a un 7% u 8%
en los próximos años (para) mantener un ritmo sostenible y razonable”, agregó
Perea.
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