El resto de los países de América Latina, en cambio, generan pocas expectativas dados el tamaño de sus bolsas y el número de empresas listadas. “Son lo que llaman economías fronteras y eso implica que la liquidez, las reglas de juego y la regulación no son atractivas o estables para que un inversionista acceda sin mayores riesgos”, explica Daniel Velandia, director de investigaciones económicas de la corredora colombiana Correval.
Velandia ve en el MILA una oportunidad muy grande, dada la complementariedad de los tres países que lo componen actualmente: Colombia, Chile y Perú. Mientras Chile ofrece acciones de empresas financieras y de retail, Colombia tiene hidrocarburos y energéticos, y Perú, minería. Aunque Colombia y Perú tienen relativamente pocas empresas listadas, la unión de ambos con Chile genera sinergias positivas.
“Hay un futuro gigante en el mercado porque ya no estamos hablando de un potencial de 45 millones de personas, sino de 100 millones”, dice. Cifras que podrían aumentar si se concreta el ingreso de México. De llegar a ocurrir, América Latina pasaría a tener dos grandes mercados: MILA y Brasil.
Sin embargo, los expertos coinciden en que el MILA aún no despega, lo que pasa por ajustar algunos procedimientos que permitan aprovechar el potencial. “Falta homogenizar procedimientos del sector público en la parte tributaria y en las facilidades para los flujos de capitales”, dice Jorge Errázuriz, para quien es necesario “pensar como si fuera el mercado financiero integrado de los estados unidos de Latinoamérica”.
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