mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
cual un vaivén pasado de hamaca tropical.
Cuando me siento inca le rindo vasallaje al Sol
que me cede el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el coloniaje
parecen mis estrofas trompetas de cristal.
Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el león de oro,
y las dos castas fundo con épico fragor.
La sangre es española e incaico es el latido
y de no ser Poeta, quizá hubiese sido
un blanco aventurero o un indio emperador.
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