Algunos países de Sudamérica están tomando conciencia de que no pueden depositar todas sus esperanzas de desarrollo en la larga bonanza de los precios de las materias primas, fruto de la demanda de China desde la década pasada. Las presidentas de Brasil, Dilma Rousseff, y de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, conversaron este miércoles en un lujoso hotel de Campana (70 kilómetros al norte de Buenos Aires) sobre la necesidad de fortalecer el sector manufacturero,en el marco de una reunión que sobre este tema organizó la patronal industrial argentina. Sucede que los precios de los productos básicos han tenido históricamente ciclos de subidas y bajadas y, aunque el actual está extendiéndose más de lo pensado, nadie puede asegurar que será eterno. Además, la sola producción de materias primas no crea los suficientes empleos ni el valor añadido al que aspiran Brasil y Argentina. La pregunta es cómo el gigante sudamericano mantendrá la fortaleza de su sector industrial, que ha perdido peso en su economía en los últimos años en favor de la producción primaria, y cómo Argentina conseguirá que sus fábricas consoliden la recuperación después de la crisis 2001/2002.
En un discurso público frente a Fernández y empresarios de los dos países, Rousseff destacó que ambos socios de Mercosur (bloque que también integran Paraguay, Uruguay y Venezuela) son líderes mundiales en producción de alimentos y cuentan también con abundantes recursos mineros y energéticos, pero deben fortalecer sus industrias, compartir cadenas productivas y cooperar en innovación y educación. La jefa de Estado brasileña llamó a que las empresas públicas y privadas de su país inviertan más en Argentina y viceversa, en la industria naval, energías, incluida la nuclear, desarrollo espacial, banca, aeronáutica, televisión digital y tecnologías de la información. “Tenemos que reproducir nuestras industrias y servicios. Hay que agregar eficiencia a nuestro trabajo, innovación, tecnología. Si pudimos hacerlos en el área agrícola, lo podemos hacer con la industria”, abogó Rousseff, que destacó que este año su país ha reducido la apreciación de su moneda, el real, que tanto había encarecido su producción manufacturera, ha bajado los tipos de interés, ha impulsado, aunque con demoras, planes de infraestructuras y ha reducido los costes laborales y energéticos.
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