El derecho a portar armas se
deriva directamente del derecho de propiedad que cada persona tiene sobre sí
misma. ¿Puede usted negar que es el dueño de sí mismo? Negar tal hecho de la
naturaleza no puede hacerse sin caer en una contradicción en términos, puesto
que para afirmar algo usted necesita ser dueño de usted mismo, de sus cuerdas
vocales si pretende decirlo, de sus manos si pretende escribirlo y en última
instancia de su cerebro para pensar la idea.
… Cuando hablamos de propiedad
nos referimos a la posesión de algo y a la capacidad de disponer de ese algo…
De manera que decir que cada ser humano es dueño de sí mismo significa que cada
quien está en posesión de su cuerpo y de su mente y además en capacidad de
disponer de ellos, de moverse, trasladarse o quedarse tranquilo, usarlos o
dejarlos inertes.
Si usted no fuese dueño de usted
mismo, entonces alguien más lo sería, es decir, otra persona estaría en control
de su cuerpo y de su mente. Usted sería un esclavo, mientras la otra persona
sería su amo. Pero si queremos construir una sociedad de hombres libres… no
podemos permitir que unas personas sean dueñas de otras personas. Por lo tanto,
un sistema ético para una sociedad libre debe comenzar por el derecho de
propiedad de cada persona sobre sí misma.
Muy bien, cada persona es dueña
de sí misma, nadie puede poseerla e igualmente ella no puede ser dueña de nadie
más…
Para poder ejercer el derecho de
propiedad sobre usted mismo es esencial que no existan sobre usted
interferencias o invasiones externas, es decir que usted sea libre (ausencia de
coacción sobre el individuo). Una persona que no es libre es una persona
obligada a actuar contrariamente a sus deseos, mediante el uso o la amenaza del
uso de la violencia, es decir, mediante la coacción.
Ahora bien, si usted es dueño de
sí mismo y para poder ejercer dicho derecho usted debe ser libre, se desprende
lógicamente que usted también tiene el derecho de defenderse… de la agresión no
provocada de algún otro individuo. Si usted tuviera que pedirle permiso a su
agresor para defenderse de él, entonces es evidente que el derecho a la
propiedad sobre usted mismo sería no más que una entelequia...
Es también un hecho natural que
los seres humanos nacen y se desarrollan desigualmente, algunos tienen ciertas
actitudes y gustos, mientras que otros tienen los contrarios u otros
simplemente diferentes. Esta desigualdad innata y natural conlleva en
particular a que ciertos individuos sean más fuertes, hábiles o diestros en el
uso de la violencia. Similarmente, el resto será más débil, menos hábil o
diestro en el uso de la violencia... para este segundo grupo es esencial
responder a la pregunta: ¿cómo nos defendemos de aquellos que son más fuertes?
La respuesta es que los más débiles pueden usar el poder de sus cerebros para
crear herramientas que les ayuden a defenderse de los elementos antisociales de
la comunidad: aquellos que prefieren el uso de la coerción para obtener su sustento
sobre el uso del trabajo y el intercambio voluntario. He allí el origen de las
armas.
Entonces, cada quien es dueño de
sí mismo. Para ejercer ese derecho de propiedad original, usted debe ser libre,
es decir, disfrutar de la ausencia de coerción. Como el mundo no es perfecto,
usted debe pensar en formas de protegerse de posibles agresores y como no todos
somos igual de fuertes surge la necesidad de usar armas para defenderse.
Hay unos quienes prefieren rendir
este derecho a la defensa personal y delegarlo en la institución del estado.
Ciertamente ellos tienen esa prerrogativa, al hacerlo están ejerciendo su
derecho natural a actuar libremente. Para ellos, quizás el derecho a defenderse
de un agresor es una excusa ridícula. Sin embargo, estos promotores del desarme
civil y del monopolio estatal de la violencia fallan flagrantemente en al menos
dos aspectos fundamentales... Si ellos se desarman y delegan el derecho a
defenderse al estado, entonces, ¿quién los defiende a ellos del estado? Y en
segundo lugar, si bien es correcto que ellos pueden ejercer su derecho a rendir
sus armas, ¿con qué derecho pretenden que el resto de la gente haga lo mismo?
El promotor del desarme debe responder estas dos preguntas satisfactoriamente
si quiere convencernos de desarmarnos.
El arma per se no es maligna,
maligno es el uso ofensivo que alguien pueda darle. Aquellos que pretendan usar
armas como agresores deberán tener en cuenta que sus potenciales víctimas
podrían estar tanto o mejor armadas que ellos mismos. Ese es un elemento
disuasivo, sin duda. Pero suponiendo que aun así todavía existan agresores…,
pues estos deben enfrentar las consecuencias de sus actos agresivos. En la
sociedad anarcocapitalista tendrían que enfrentar a agencias profesionales
privadas de protección y defensa, quienes se encargarían de repelerlos o, en
caso de fallar en esto último, de perseguirlos, aprehenderlos y obligarlos a pagar
una justa compensación a sus víctimas. En el mundo estatista actual, tendremos
que depender del estado para proporcionar este servicio.
Si elimináramos todas las armas,
¿acaso desaparecería la violencia? No, simplemente los violentos usarían otros
medios para ejercer sus deseos de conquista y opresión, palos y piedras, por
ejemplo. ¿Es que entonces tenemos que abolir los palos y las piedras? Los
promotores del desarme… tendrían que proponer la abolición de los palos y las
piedras.
…
http://www.miseshispano.org/2017/03/la-soberania-individual-y-el-derecho-a-portar-armas/
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