Es notable, por pragmático y visionario, el concepto de De Habich de incorporar los estudios de economía y estadística que, en las actuales formas de actividad profesional, se han convertido en indispensables para la formación básica del ingeniero. De Habich tenía claro que no conducía una fábrica de técnicos, e inculcó por eso el espíritu de la ética y el de la iniciativa. Se propuso formar hombres prácticos -"con los pies bien plantados sobre el suelo peruano"-, cultos, industriosos y enérgicos.
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