lunes, 7 de enero de 2013

Alfonso Baella Herrera. Ya les llegará la hora

El próximo 17 de marzo los vecinos de Lima asistiremos a una consulta popular para decidir si revocamos o no a nuestra principal autoridad municipal... Más allá de las críticas a la propia institución de la revocatoria el hecho es que es un derecho y la ley lo regula. En el Perú hace más de una década que se viene aplicando en circunscripciones electorales y, hasta que llegó a Lima, a nadie le importó mucho su legalidad y su costo. Pero, muy al margen del debate sobre si es buena o no la revocatoria, la percepción de la ciudadanía es que sirve para llamar la atención, jalar de las orejas o mandar a su casa a quien, después de ser envestido por la voluntad popular, pierde la brújula, no trabaja o simplemente muestra otra cara que aquella  que convenció al electorado en su momento.
Pero la revocatoria está en la boca de todos. Es decir, el hecho de poder cambiar a la autoridad elegida es algo que cada minuto está convirtiéndose en un sentimiento generalizado. La gente cree que la misma debería extenderse, como una amenaza sobre quienes creen que “compraron” el puesto o se lo “encontraron” o la “suerte” los ayudó a conseguirlo.
La revocatoria a la alcaldesa es sólo un ejemplo; pero hay otros casos que se van a poner en cola. El papelón que vienen haciendo los congresistas los convierte en candidatos ideales para estar en el blanco pero esta vez a través de algo bien concreto que los electores decepcionados y engañados pueden activar. Cuando uno lee, en las redes sociales, lo que empieza a ser más que un rumor, hay que levantar la ceja. La gente pide revocatoria de los congresistas. Lo hace a gritos y con verdadera indignación. Si alguien duda sobre la legitimidad de la revocatoria en el caso de los señores “padres de la patria” sería bueno que pregunte en las calles o en las redes sociales y la respuesta casi unánime es: “que se vayan a su casa”.
Hay un verdadero tsunami revocador en ciernes. Los señores congresistas van a pasar por este trance, tarde o temprano. Las cosas, como están siendo manejadas por ellos, son vergonzosas e inaceptables. La corrupción, ineficiencia, soberbia e indolencia del Congreso de la República del Perú llegan al grado superlativo. Aumentarse el sueldo y haberlo aprobado como lo hicieron, no es el punto final de este episodio sino tan solo el principio. Basta de jugar a ser autoridad y basta de creer que uno ganó la lotería cuando el pueblo le entregó su confianza en las urnas. Ya les llegará, también, la hora a los congresistas; no lo duden.
http://www.expreso.com.pe/blog/semaforo-electronico-37

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