Uno de los desatinos más notables ha sido elevar nuevamente el número de generales, que ya bordean el medio centenar (al momento de escribir estas líneas no se conocen todavía los retiros, pero hay 47 ya designados en nuevas ubicaciones).
Esto muestra a las claras que la purga del año 2011, al estilo de Vladimiro Montesinos –una treintena de generales al retiro–, tuvo como propósito no reconstituir la pirámide, sino poner en la dirección de la Policía a un dócil instrumento del presidente y su esposa, el general Raúl Salazar.
La Policía requiere un máximo de 28 generales para funcionar. Hoy hay mucho más. Esa desmesurada cantidad aumenta exageradamente la burocracia, porque cada general tiene un séquito de ayudantes, secretarios, guardaespaldas, etc. y entorpece el trabajo, pues tantos oficiales de ese grado se estorban y disputan áreas de influencia, además de serrucharse el piso constantemente.
Para dar ocupación, por lo menos en el papel, a tantos generales se han creado cargos ridículos como el de asesor de la Oficina de Diálogo de la PCM, Asuntos Internacionales o Gestión Institucional, además de una sarta de “direcciones ejecutivas” que fragmentan inútilmente el trabajo policial.
Un desastre burocrático por donde se le mire, elaborado por el inepto comando policial (el ministro es un inútil que no juega ningún papel, un hombre de paja nombrado precisamente por eso).
http://www.larepublica.pe/columnistas/controversias/2013-el-ano-de-la-inseguridad-ciudadana-06-01-2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario