Fue China la que desató el pánico bursátil la semana pasada... El terremoto tuvo epicentro en la mayor economía de Asia. El 20 de junio, la tasa interbancaria de China alcanzó un récord histórico, 12%. Esa tasa había sido 8% el día anterior y 4% en mayo.
... Los bancos chinos tuvieron una crisis de liquidez y el banco central chino mandó un mensaje a sus bancos: “No inyectaré más dinero”.
... Los focos de alarma se encendieron porque hay dudas crecientes sobre la salud del sistema financiero chino: “podemos decir que China está en una situación parecida a la que tenía Estados Unidos en el 2008...
Puede parece exagerado comparar a China del 2013 con EU del 2008... la economía de China ha crecido más de 8% anual en promedio durante los últimos 30 años... las reservas de divisas: son más de 2 billones de dólares... El dato que pone los nervios de punta a los observadores es el crecimiento desordenado del crédito en China. De acuerdo con Fitch, la suma de las deudas de los negocios, los hogares y los gobiernos locales pasó de 130% del PIB a 210% en el 2013. Este ritmo de crecimiento es mayor que el que registró EU entre el 2002 y el 2007.
Este crecimiento del crédito era una parte fundamental de la estrategia anticrisis que implementaron las autoridades chinas a partir del 2008. Tuvo éxito si consideramos que el Dragón evitó la desaceleración o las recesiones que vivió la mayor parte de potencias occidentales. El éxito en términos de PIB mostró la capacidad de China de crecer su mercado interno. Con el tiempo, ha empezado a emerger el lado oscuro: una parte de los créditos fueron otorgados para proyectos de infraestructura que son monumentos a la ineficiencia. Otra parte, sustancial por cierto, se destinó a financiar el aumento de capacidad de empresas gubernamentales, en sectores claves como cemento, acero, paneles solares y aluminio. El resultado es una capacidad instalada que es excesiva...
China empieza a preocupar... Su éxito económico es indiscutible, pero sus problemas no son imaginarios. Quizá son parte de una crisis de tránsito del subdesarrollo al desarrollo. El año pasado tuvo una fuga de capitales cercana a 300,000 millones de dólares, a pesar de que esa práctica está severamente sancionada, nos cuenta el Pulitzer Joel Brinkley en World Affairs.
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