Allá por los años 90, Leo
Lederman, un Premio Nobel, decidió escribir un libro de divulgación sobre la
física de partículas. En el texto, Lederman se refería al bosón de Higgs como
“The Goddamn Particle” (“La Partícula Puñetera”) por lo difícil que resultaba
detectarla.
El editor del libro, en un
desastroso arranque de originalidad, decididió cambiar el término “The Goddamn
Particle” por “The God Particle” y así “La Partícula Puñetera” se convirtió en
“La Partícula de Dios”.
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