miércoles, 25 de julio de 2012
Aldo.
Me escribe un veterano observador muy sabio: "Es el peor momento de la PUCP en toda su historia; no recuerdo un trance igual de dramático. Los escándalos de faldas en los 70 de un conocido abogado y su juvenil asistenta (que motivaron el alejamiento del cardenal Landázuri), las expulsiones prepotentes en esos años de Porras y Berckemeyer por criticar a los "Wisconsin Boys" o la larga huelga de Psicología contra Franklin Pease en 1982 son agua de malvas al lado de esto. Esta era una guerra advertida y ha sido perdida por necedad. A Marcial la camiseta le quedó inmensa. No consulta, no se asesora y no escucha, salvo a su pequeño círculo de caviares. La bronca en el Vaticano debe ser muy fuerte, porque el texto de la carta del Secretario Papal es inusitadamente fuerte y el regaño a monseñor Piñeiro es fortísimo; lo desacredita ante la Conferencia Episcopal que preside. Ya se oyen voces, como la de Mario Castillo, pidiendo la renuncia de Rubio, aunque hay mucha oveja adentro entre el profesorado que no se atreve a enfrentarse a los caviares y solo rajan de ellos en privado. Es una gestión que nos ha puesto en el nivel más bajo ante la comunidad nacional en toda la historia y puede hasta provocar una colisión diplomática Lima-Roma si el gobierno comete el error de meterse en pleito ajeno y desconocer los alcances del concordato, que tiene rango de tratado internacional. ¡Se extraña la administración de los ingenieros! La gente de Humanidades en el rectorado ha sido mortal para la PUCP. Todo comenzó con Lerner, que dejó el puesto para su proyecto en la CVR, que politizó completamente al claustro ante la sociedad dentro de una tendencia determinada, y ha acabado con esta guerra de Rubio con nada menos que el Papa. Estos ciegos pensaban que el pleito era solo con Cipriani y no se dieron cuenta de que era con Roma. También indigna cómo los caviares reclaman tanto jurídicamente por el fallo de Villa Stein y ellos no acatan sentencias del TC, se apoderan de una universidad que no es suya y hasta han desobedecido un testamento. Los que más me apenan son los universitarios. Deben estar muy preocupados y muy desorientados, ya que ni saben cómo se llama ahora su universidad y ya bastante agobiados andaban con esas pensiones altísimas que les cobran. Cuando el cachimbo Zavalita se pregunte en el futuro "¿cuándo se jodió la PUCP?", la respuesta será: "Cuando Marcial fue su rector".
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