El PIB per cápita ha crecido
espectacularmente conforme Australia ha girado hacia un modelo liberal.
La economía de Australia se ha convertido en las últimas décadas en
una de las más abiertas del mundo. Según el Índice de Libertad Económica en el
Mundo que difunde Civismo en España, Australia es ya el quinto país más
capitalista del globo, solamente por detrás de Hong Kong, Singapur, Nueva
Zelanda y Suiza.
La puntuación que obtiene Australia en el Índice es de 80,3 puntos
sobre 100. Por subcategorías, cosecha 90 puntos en “protección de los derechos
de propiedad”, 80 puntos “ausencia de corrupción”, 62 puntos en “peso del gasto
público”, 63,2 puntos en “marco fiscal”, 89,4 puntos en “facilidad para hacer
negocios”, 77,2 puntos “flexibilidad laboral”, 85,2 puntos “estabilidad
monetaria”, 86,4 puntos “apertura comercial”, 80 puntos en “facilidad para
invertir” y 90 puntos en “libertad financiera”.
Según el Índice, “Australia es una vibrante economía de mercado que ha
logrado acumular 25 años sin recesión alguna. Además de hacer un buen uso de
sus recursos naturales, la economía australiana se beneficia también de un
notable empuje emprendedor y de un marco institucional efectivo. Esto hace de
Australia un destino dinámico y atractivo para la inversión”.
7 reformas clave
El grueso de las reformas liberales se aprobaron bajo liderazgos de
centro-izquierda. Bob Hawke, vencedor en las Elecciones Federales de 1983,
1984, 1987 y 1990, encabezó la primera oleada de cambios. Paul Keating, su
hombre fuerte en el campo económico, triunfó en los comicios de 1993, dando
continuidad al proyecto.
¿Qué reformas hicieron posible esta revolución liberal? En primer
lugar, los gobiernos de las últimas décadas han apostado por reducir los
aranceles y abrirse al comercio. A mediados de la década de 1970, se aprobó un
recorte generalizado del 25% que vino seguido de nuevas rebajas en 1983. Entre
1988 y 1996 se introdujo una nueva ronda de rebajas de aranceles que terminó
dejando el impuesto medio a las importaciones en el 5%. Desde entonces se han
aprobado nuevos recortes, en el marco de la firma de acuerdos comerciales con
espíritu liberalizador.
El segundo ámbito de reforma fue el marco monetario. En la década de
1980 se aprobó un giro en la política del Banco Central. Desde entonces, el
tipo de cambio del dólar australiano lo marca el mercado y la evolución de los
precios arroja una evolución claramente favorable, con un progresivo descenso
de las tasas de inflación.
La tercera línea de reformas llegó en 1995, con el lanzamiento de la
Política Nacional de Competencia, un acuerdo entre el gobierno nacional y las
Administraciones regionales que permitió revisar el grado de libertad o
intervencionismo en todos los sectores de la economía. A raíz de esta
iniciativa se eliminaron 1.800 normas y leyes que restringían la competencia.
Además, se reformaron o eliminaron monopolios públicos, apostando por la
liberalización y la privatización.
El cuarto punto clave para el cambio en Australia fue el giro en la
política de infraestructuras. Con la desregulación de mercados como el de las
aerolíneas, las telecomunicaciones o el transporte por vía marítima, estos
ámbitos de la economía pasaron del estancamiento al crecimiento. Hoy en día
podemos ver a empresas multinacionales españolas como Ferrovial o Acciona que
desarrollan nuevas infraestructuras en Australia.
También en el mercado laboral se aprobaron cambios de calado que
constituyen el quinto pilar de las reformas liberales australianas. El Acuerdo
de Precios e Ingresos que se desarrolló entre 1983 y 1996 redujo notablemente
el peso de la “negociación colectiva” y descentralizó los acuerdos salariales.
Hoy, el desempleo es de apenas un 6%.
La política fiscal constituye el sexto elemento clave de la revolución
liberal australiana. Desde mediados de la década de 1990 se aprobaron medidas
de racionalización del gasto y privatización de activos, con el objetivo de
reducir la deuda pública. Además, se rebajaron los tributos exigidos a las
personas y las empresas, llevando a Australia hacia un modelo de impuestos más
bajos, con el gasto público en el entorno del 35% del PIB.
En séptimo lugar, Australia ha seguido el ejemplo chileno y ha
adoptado un modelo de pensiones capitalizadas conocido como SuperAnnuation.
Cada mes, los trabajadores consignan entre el 9 y el 12% de su ingreso bruto a
una cuenta personal de jubilación que luego financia su pensión. Entre la
década de 1980 y el presente, el peso del ahorro acumulado en estos fondos ha
pasado del 20% al 100% del PIB.
Espectacular aumento del PIB per cápita
¿El resultado? El PIB per cápita ha crecido espectacularmente conforme Australia ha girado hacia un modelo liberal. Si a comienzos de la década de 1980 apenas alcanzaba los 20.000 dólares, en 2014 rondaba los 40.000 dólares.
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