Y esos 95 puntos no son menores. Incluyen el ingreso del sector privado a la industria petrolera para poner fin al monopolio de la estatal Pemex, la instauración de seguridad social universal, la implantación de un seguro de desempleo, un sistema de evaluación de los profesores para mejorar la educación, una computadora para cada alumno del sistema escolar, defensa de los derechos humanos y de los inmigrantes, derecho universal a la banda ancha y licitación de frecuencias para dos nuevas cadenas nacionales de TV que compitan con Televisa y TV Azteca.
Si logra hacer la mitad de lo que sale en esa lista, Peña Nieto se convertiría en el mejor presidente de la historia de México.
Pero los tiempos están a su favor. Después de cinco años seguidos de malas noticias -la peor recesión del continente tras la crisis financiera de 2008 y una feroz escalada de violencia de los carteles de la droga que ha dejado casi 60.000 muertos-, México está mejorando en todos los frentes.
Su economía creció 5,5% en 2010, su tasa de crecimiento más alta en diez años. México superó en crecimiento a Brasil el año pasado, llegando al 4,5%, y este año la duplicará, con 4%. Si esas tasas se mantienen, la economía mexicana podría superar a la brasileña a fines de esta década.
Tras firmar el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte con Estados Unidos y Canadá en 1994, México se convirtió en fábrica de productos manufacturados para el mercado norteamericano, y desde entonces ha ido haciendo lo mismo para el resto del mundo. Nissan está hoy construyendo una fábrica de automóviles de US$2.000 millones en Aguascalientes y Audi construye una de US$1.300 millones en Puebla. Anualmente se titulan en México más ingenieros que en Alemania y el país ha diversificado su apertura. Hoy tiene acuerdos de libre comercio con 44 países y es la nación que más tratados de este tipo tiene en el mundo.
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