sábado, 1 de diciembre de 2012

Aldo. Sainete platense

 Por una serie de circunstancias curiosas, las relaciones peruano-argentinas andan hoy por hoy muy gélidas. Todo comenzó cuando en Lima Cristina Kirchner se tarda excesivamente en llegar a una cita de presidentes durante el ASPA (dicen que su sesión de maquillaje dura buenas horas y es casi una jalada plástica) y ello desata esa ya célebre colisión pública entre Nadine y Ollanta, pues la primera ya quería iniciar los compromisos y estaba mortificada por la demora de la gaucha, mientras que Ollanta trataba de poner paños fríos.

Nadine no perdona ese desplante (y la cola política que generó la discusión conyugal) y por eso -contra su costumbre- decide no acompañar a Ollanta en su reciente gira a Argentina. Cristina K advierte y resiente esta ausencia adrede y, con ese arrogante y ácido humor negro argentino, lanza esa serie de lisonjas públicas a Nadine, las que eran en realidad nada menos que una pública burla cachacienta y despectiva desde una experimentada operadora política hacia quien considera la novata insurrecta de un paisito muy inferior a la casi europea Argentina. El pobre Ollanta aguanta estoico la perorata, no sabemos si consciente en esos momentos de lo que en realidad estaba pasando, que eso no era loa sino mofa. ¡El pobre quedó en medio de las furias de las dos féminas!
Y como broche de oro, Cristina K decide a última hora, y por "recargada agenda", no venir a Lima esta semana para la reunión de la Unasur, en otro desplante a "los peruanitos", como les llama en privado. "Last, but not least", a Cristina K no le hizo mucha gracia el retiro de Nicolás Lynch como embajador peruano en Buenos Aires. Según me refieren colegas platenses que me han ayudado a reconstruir toda esta historia, Lynch era por lejos el embajador más obsecuente y cercano al kirchnerismo cristinista y a la tendencia peronista rojimia llamada "La Cámpora", que encabeza el hijo de los K, sectores con los que Lynch compartía una viva identificación ideológica.
Por eso a Cristina K no le hizo gracia que le saquen a su "peruanito", a su embajador predilecto, "solamente" por meter la pata con el Movadef (y por estos días aún me he reído solo de las explicaciones que estuvo dando Lynch en Lima sobre su salida. ¡Qué tipo! ¿Y, "Mocha" García Naranjo, cuándo tienes la dignidad suficiente para renunciar a la embajada en Montevideo?).
Este distanciamiento con Argentina por las malcriadeces de Cristina K como que me recuerda el célebre encontrón entre "Evita" y Carmen de Franco cuando la primera de las mencionadas visitó España en la postguerra. Muy divertido este sainete, aunque aquí quien ha quedado como una señora es Nadine y Cristina como cualquier cosa.

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