Pero las cosas no son tan fáciles como parecen. En primer lugar, hay un impedimento legal: se llama Ley Orgánica de Elecciones. Sí, claro que una ley se cambia con otra, pero los oficialistas están solos en este tema... y ya quisiera ver la cara de Toledo si algún nacionalista despistado se atreviera a proponérselo. En segundo lugar, sin ton ni son, se originaría un terremoto político cuyo costo tendría que ser asumido por el gobierno. En tercer lugar, faltan cuatro años para las elecciones presidenciales, y dada la forma con la que el pueblo peruano acostumbra despedir a sus gobernantes, nada indica que Humala pueda irse en olor de multitud. Si tuviese que hacer un pronóstico..., puedo ir apostando que el Partido Nacionalista no pasará la valla electoral del 5% y desaparecerá como organización política el 2016.
No entiendo pues este debate, y tampoco puedo dejar de manifestar mi sorpresa por la forma tan ceremoniosa con la que políticos y analistas debaten un tema de ciencia ficción. La fuerza de Nadine está en el presente, y es una energía positiva que debemos respaldar e impulsar.
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