La fuga de gas que se produjo el sábado en la principal refinería venezolana, con un saldo de 39 muertos, vuelve a cuestionar el estado de las instalaciones de la estatal PDVSA, según expertos, pese a que la compañía petrolera defendió el "rigor" de su programa de mantenimiento. El escape, en la refinería de Amuay, en el noroccidental Estado Falcón, se produjo en el patio de tanques de almacenamiento del complejo, generando una nube de gas que "no se dispersó por las condiciones ambientales y frente a una fuente de ignición, explotó", dijo el ministro venezolano de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, quien a su vez es presidente de la petrolera PDVSA.El presidente Hugo Chávez anunció, por su parte, haber "ordenado una investigación profunda" para determinar las causas del siniestro. Según el economista petrolero Rafael Quiroz, lo más llamativo es que el accidente se produjera en la zona de almacenamiento de combustibles, puesto que "donde hay más riesgos en una refinería es en el sector de procesamiento". "No hay duda de que hubo algo de mal manejo, por lo menos del sistema de seguridad industrial. Tiene que haber una falla de tipo humano o técnico, que denota cierta incapacidad o ineficiencia", afirmó a la AFP este profesor de la Universidad Central de Venezuela. Las cinco refinerías venezolanas "no han tenido toda la inversión necesaria. Ha habido un cierto descuido en cuanto al gasto para el mantenimiento, por lo que el accidente pudo haber venido por ahí", subrayó, recordando que estas instalaciones deben parar su actividad unos 15 días al año para su revisión.
Sin embargo, Jesús Luongo, gerente de refinación de PDVSA, afirmó que la estatal tiene "un programa bien riguroso de mantenimiento" y ha invertido una "cifra superior a los 6.000 millones de dólares en los últimos tres años en el circuito de refinación" de las instalaciones. "Nosotros tenemos un programa a cinco años de mantenimiento en todas las unidades", insistió en declaraciones al canal oficial VTV este responsable de la compañía estatal, motor de la economía venezolana.
Para Heliodoro Quintero, diputado opositor que fue embajador venezolano ante la OPEP entre 1995 y 2000, estos argumentos adelantados por PDVSA no dan, sin embargo, "una respuesta a una explosión de tal magnitud", aseguró. La "falta de mantenimiento, de inversión y de condiciones de seguridad afectan a toda la infraestructura industrial, pero el área de refinación es la más crítica", añadió, subrayando las diversas fallas que se produjeron en estos complejos en los últimos años.
La refinería de Amuay forma parte, junto a la de Cardón, del Centro de Refinación Paraguaná, "el más grande del mundo", según Ramírez y que, conforme a cifras oficiales, produce 955.000 barriles de crudo al día. PDVSA no ha ofrecido ningún balance global de los incidentes registrados en los últimos años en sus instalaciones aunque, por ejemplo, en su página web da cuenta de dos incendios en 2011 y de un muerto en 2009 en Amuay.
Pero la asociación civil Gente del Petróleo -conformada por ex trabajadores de la compañía petrolera- estimó que desde 2003 hubo en el CRP 79 accidentes graves, con "19 trabajadores fallecidos y 67 lesionados". Para algunos expertos, como Quintero, PDVSA acusa además una "falta de personal capacitado", especialmente tras el despido de miles de trabajadores que, entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, protagonizaron un paro contra el gobierno de Chávez que golpeó duramente la economía venezolana. También denuncian que PDVSA cambiara de "visión" al consagrar la mayoría de sus recursos a programas sociales. La compañía "ahora tiene otros intereses, obedecer los mandatos del gobierno y eso es lo que prevalece", dijo a la AFP Diego González, presidente del think tank Centro de Orientación en Energía. La estatal, que obtuvo unos ingresos de 124.754 millones de dólares el año pasado, destinó en el mismo período 39.604 millones de dólares al "desarrollo social" del país, mientras que invirtió en su negocio menos de la mitad, 17.534 millones de dólares, según el último informe anual.
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