En un artículo anterior sostuve que “la adición de Venezuela al Mercosur... representaría la conformación en Sudamérica de dos bloques... “El Mercosur (del socialismo del siglo XXI) y la Alianza del Pacífico (de las economías liberales)... dos modelos de políticas de desarrollo que están compitiendo en Sudamérica: en el Pacífico, México, Colombia, Perú y Chile (más los nuevos socios de Centro América y sus asociados del Trans Pacific Partnership que incluye a Norteamérica y Asia); y en el Atlántico, a Venezuela, Brasil, Uruguay y Argentina y concluía que “Esta clarificación del escenario regional... permitirá ver la capacidad de cada grupo y de cada política, para avanzar hacia el desarrollo”.
Pocos días después... el ex Presidente Lagos publicó una columna en el periódico La Nación en Argentina y también en un medio nacional, en que plantea que “Es necesario hacer un análisis más en profundidad... con dos afirmaciones previas: ni Brasil puede emprender su trayectoria global desligándose de... América del Sur, ni los países de la AP pueden construir una relación eficiente con el otro lado del océano sin expresar que también buscan ser puente de países como Brasil, Argentina y otros” y explica que Brasil tiene proyección mundial; integra el selecto grupo de los BRICS y que es poseedor de ingentes recursos de todo orden. Luego recoge las expresiones de “Celso Amorim, que apuntan a algo esencial: el peso de Brasil es importante en el mundo por sí solo, pero lo es mucho más cuando el mundo ve a través de Brasil la expresión de un gran subcontinente como es América del Sur. Y por ende Brasil tendrá que acostumbrarse a este doble rol : por una parte el que juega en la política mundial y, por otra... a nivel regional”.
Respecto a la relación Brasil – AP, el ex presidente es preciso: “también está la otra realidad: el siglo XXI es el siglo del Océano Pacífico. Allí están ahora las grandes corrientes del comercio mundial, los flujos financieros principales y los países de crecimiento más rápido. Aquí está el despertar de ese gigante que es China y un poco más atrás, la India”. Lagos señala que la clave de esta relación es que “La historia muestra cómo el devenir de la humanidad se ha dado en torno de mares y océanos. Y ello ha favorecido a los países o puertos ribereños, pero siempre cuando entendieron que su sentido estratégico estaba en ser puerta de entrada, vínculo o puente con los que estaban más allá de esa geografía cercana al mar. Eso fue Venecia cuando Europa descubrió China. Es el papel estratégico de Rotterdam, convertido en el gran puerto de entrada a la Europa tras el término de la Segunda Guerra Mundial”. “Es la visión que... se debiera tener en la AP… La cuestión es que, si los países de esta Alianza buscan avanzar más rápido y llegar más lejos en su integración y proyección en el Asia-Pacífico, es esencial que se les vea como poderosos en sus desarrollos económicos, pero también como poderosos porque por sus carreteras, puertos y aeropuertos pasa la productividad de aquellos países que hasta ahora han jugado su destino hacia el Atlántico”. Y concluye en que “la pregunta que cabe hacerse no es si Venezuela, Brasil o Argentina salen al Pacífico si usan la plataforma de esta nueva estructura regional, sino cómo los países que miran al Pacífico potencian su dinamismo industrial, económico, comercial y financiero al ser el gran puente con aquellos países cuya geografía mira al Atlántico”.
Lagos tiene toda la razón, específicamente respecto a que los países ribereños del Pacifico Sur Oriental -Chile, Perú, Colombia- tienen un peso muchísimo mayor en la medida que representan y participan de las exportaciones de Brasil y Argentina en dirección a los puertos asiáticos y a la costa Oeste de Norteamérica y viceversa. Pero es solo uno de los posibles resultados finales del desarrollo al que podríamos llegar en un plazo que podría ser mediano, largo o no llegar nunca y de una estructura de relaciones que nadie podría asegurar que van a ser necesariamente positivas para nosotros, y ahí está mi punto. Creo que en el corto y mediano plazo, desde hoy hasta quince o veinte años más, transitaremos un camino áspero cuyo resultado depende de lo claramente que establezcamos AHORA como queremos relacionarnos con esos países y cuáles son nuestras condiciones no transables.
Brasil intentó forzar el ingreso de nuestro país al Mercosur y el tiempo mostró que hubiera sido un grave error aceptar su exigencia. Brasil y Argentina establecieron políticas económicas que los llevaron al estancamiento y al conflicto entre ellos: hicimos bien en no seguirlos. Brasil y Venezuela están siguiendo un camino “antimperialista” que los ha acercado a los Castro, a Ahmdineyad y a Bashir el Assad, antes también a Jadafi... Venezuela y Argentina están estrangulando sus democracias, la libertad de prensa, la libertad económica y demoliendo sus instituciones. Y hacemos bien en no seguirlos.
Según analista argentinos, “José Mujica, cansado de las riñas de sus socios, cree que la relación bilateral se ha empantanado en un lodo impenetrable, conformado por desacuerdos que no se superan. (Sienten ) ser víctima de un constante maltrato, sistemático y constante. Dañino y destructivo. Exteriorizado con modales y posturas arrogantes. Conformado mediante toda suerte de maniobras, dilaciones, descalificaciones, ocultamientos y obstruccionismos, todo lo que conforma una realidad inocultable”. “Por esto, el gobierno oriental acaba de solicitar que Uruguay sea aceptado... en la AP con Chile, México, Perú y Colombia. Más allá de un Mercosur desnaturalizado y más cerca de las economías abiertas de la región, las que más crecen y se modernizan porque sus líderes no se encierran, sino que aceptan los riesgos de la libertad comercial y no temen abrirse al escenario grande del mundo”.
Con lo precedente quiero destacar que concordando en que la cooperación es fundamental para sacar el máximo provecho a nuestra participación en el Pacífico, más importante es no llegar a esa cooperación en condiciones que destruyan nuestra convivencia social, nuestra economía y nuestras instituciones. Pero no es lo único. Una cosa es ser el dueño de la puerta y otra es ser el portero. Una cosa es ser el puente y otra el pavimento del puente por encima del cual ruedan los camiones. Las palabras de Amorim que cita el ex Presidente, son aleccionadoras “…el peso de Brasil es importante en el mundo por sí solo, pero lo es mucho más cuando el mundo ve a través de Brasil la expresión de un gran subcontinente como es América del Sur. Brasil tendrá que acostumbrarse a este doble rol: por una parte el que juega en la política mundial y, por otra, el que le cabe tener aquí, a nivel regional”. Suena a imperialismo norteamericano de principios del siglo XX. Brasil quiere que nos vean y nos expresemos en el mundo a través de ellos … ¿No será mucho?.
Falta tiempo para que se materialice todo el potencial que avisora el ex Presidente Lagos, pero para que este se concrete en condiciones favorables para nuestro país, debemos actuar desde la fortaleza de una sólida asociación con Perú, Colombia y México construida ahora, sin esperar a que nuestros futuros socios se decidan a cambiar sus conductas arrogantes y autodestructivas.
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