Inusual el debate entre los ministros de Agricultura y Economía con respecto al arancel de importación que se aplica a los alimentos. Tradicionalmente, el primero siempre buscaba introducir medidas proteccionistas para beneficiar artificialmente a los productores agrarios en perjuicio de los consumidores urbanos.
Mientras que el segundo usualmente intenta aumentar la competencia interna reduciendo la protección a la importación. Sin embargo, en esta ocasión los papeles se han invertido con Agricultura planteando eliminar los contados aranceles a los alimentos que aún permanecen. Mientras Economía... trata de mantener un obstáculo al comercio que no es necesario y que en las actuales circunstancias es aún menos justificado.
En realidad, ante la fuerte alza en las cotizaciones del trigo y del maíz – de los cuales el Perú importa respectivamente 95 y 65 por ciento de sus necesidades– el eventual incremento en los precios internos podría ser elevado. Por ello, lo prioritario en los próximos meses es tratar de moderar el alza de precios para beneficio especialmente de los más pobres entre los peruanos. Por otro lado, si bien 6% de arancel podrá parecer bajo comparado con el que existía hace algunos años, en el actual contexto de una economía acostumbrada a la estabilidad de precios ese nivel de protección puede tener algo de impacto. Así que lo más adecuado es que no exista barrera de ningún tipo para el ingreso de alimentos importados.
Por tanto, lo correcto es eliminar los pocos aranceles que aún se aplican a los alimentos. Al final de cuentas, lo que se busca es tener una economía abierta y competitiva para que el ciudadano se beneficie de la libertad de mercado. En todo caso, esperamos que el extraño rechazo de Economía a una reducción arancelaria no sea reflejo ni del facilismo de la inacción ni otra muestra más de una obsesión con la recaudación.
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