jueves, 26 de julio de 2012

EL PAIS. Grecia aprueba un recorte de 11.600 millones para satisfacer a Europa

La última vez que José Manuel Durão Barroso pisó suelo griego llegaba a un país con graves problemas económicos que entonces parecían manejables. Aun no se sabía que el Gobierno conservador había maquillado durante años las cuentas públicas; y el socialista Yorgos Papandreu aún no había solicitado el primer rescate para evitar la quiebra del Estado. Tres años después de esa visita, el presidente de la Comisión Europea volvió ayer a una Atenas asolada por la recesión –el PIB cayó el año pasado un 6,9% y este lo hará en torno al 5%-, el paro, y un desajuste fiscal que ni los dos rescates sucesivos ni la quita de la deuda aprobada el año pasado han conseguido arreglar. Cunde la sensación de que esta es la última oportunidad griega para evitar el desastre.
El líder del Ejecutivo europeo llegó a Grecia con una zanahoria –el desbloqueo del próximo tramo de ayuda, 31.000 millones de euros que deben llegar en septiembre para que el Estado pague a sus médicos y maestros- y con un palo –la enésima oleada de recortes, esta vez de 11.600 millones de euros, que el Gobierno tiene que aprobar para este año y el próximo-. “La palabra clave es cumplir. El principal asunto en poner en marcha medidas. Deben terminar los retrasos. Las palabras no son suficientes. Las acciones son importantes”, dijo Barroso tras entrevistarse con el primer ministro, el conservador Andonis Samarás. “La distancia que Europa ha mostrado durante la crisis se suma al sentimiento de que nos han dejado aislados y de que muchos líderes realmente no entienden los problemas del país”, resume Nick Malkoutzis, director adjunto de la edición inglesa del periódico reformista Kathimerini.
La visita de Barroso y de los inspectores de los tres organismos que deben prestar el dinero a Grecia –Comisión, BCE y el FMI- coincide con una creciente sensación de hartazgo por parte de los prestamistas europeos y una escalada en las declaraciones de los líderes alemanes, que cada vez se muestran más dispuestos a dejar caer al socio más débil de la eurozona. Samarás mostró ayer su enfado por estas declaraciones que “socavan” los esfuerzos hechos por Grecia.

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