jueves, 26 de julio de 2012

WSJ. Perú y Colombia, los nuevos tigres latinoamericanos.

Hasta hace poco, la mayoría de los inversionistas que buscaban inyectar dinero en América Latina tenían opciones relativamente simples: Brasil, México o tal vez Chile. Eso ha cambiado. Un nuevo grupo de países en la región está surgiendo como una alternativa viable. Caracterizados por una población joven, clases medias en crecimiento, una deuda relativamente baja y una dinámica expansión económica, estos países están preparados para quedarse con una participación más grande del crecimiento de la región y atraer más dinero de los inversionistas internacionales.
Colombia y Perú se destacan entre estos "nuevos tigres" latinoamericanos gracias a un crecimiento rápido y continuo. Sus monedas son sólidas y estables, han logrado controlar la inflación, sus calificaciones de crédito son más altas que las de sus vecinos y sus gobiernos han mostrado voluntad de actuar cuando el entorno se deteriora. "Hasta ahora nos ha ido bien, sorprendentemente bien", dijo Juan José Echavarría, codirector del Banco de la República, el banco central de Colombia.
Los dos países han disfrutado de un auge. El año pasado, Colombia creció 5,9% y Perú 6,9%. Para 2012, se espera que el PIB de Colombia se expanda 4,7% y el de Perú 5,5%, de acuerdo con el FMI. Los dos países también gozan de grado de inversión según Fitch, Moody's y Standard & Poor's. Únicamente Chile se ubica por encima de ellos en la región y sus calificaciones los ponen a la par de Brasil y México y algunos países europeos como Italia e Irlanda.
Aunque Brasil, Chile y México aún poseen una nota de crédito robusta, un comercio más diverso y mercados de capital más fuertes, ya no muestran muchas de las características de "mercados emergentes" que alguna vez los hicieron los consentidos de los inversionistas internacionales interesados en la región. Cabe aclarar que Colombia y Perú no están libres de riesgos. El auge de las materias primas ha impulsado las dos economías durante la década más reciente, por lo que los dos países son vulnerables a un potencial declive de los precios de la energía y los metales, lo cual ya ha empezado. Pero apuntalamientos positivos en los dos países podrían ayudarlos a resistir un declive de largo plazo en los commodities, si llega a ocurrir.

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