sábado, 28 de julio de 2012

LA REPÚBLICA (Col.). The Economist sentencia el rescate español

Cuando James Wilson fundó la revista The Economist durante los tiempos de la Inglaterra victoriana, nunca se imaginó que la influencia de su publicación, nacida como un negocio alternativo luego de muchas bancarrotas, se convertiría en el termómetro económico de muchos países. Pocos en el mundo académico o diplomático les discuten sus prospectivas desde 1843, cuando vio la luz la primera revista. Fueron ellos quienes hace un par de años signaron el destino de los ‘Pigs’ (Portugal, Italia, Grecia y Spain), que hoy ocupan las primeras páginas del mundo por la crisis sin precedentes que atraviesan.
En la publicación de esta semana se escribe un artículo titulado “El paciente español”, en el que predice un inevitable rescate total de la economía, pues según sus cálculos, España puede ser capaz de esquivar el rescate durante un tiempo, ya que “tiene algunas reservas de efectivo y puede pedir préstamos a corto plazo (...) Pero incluso si España sobrevive a un verano caliente de 2012, los mercados mandan señales de que será necesario un rescate completo a finales de año”. Es el peor diagnóstico que ha recibido el país europeo, que hoy está contra las cuerdas sometido no solo por parte de los especuladores financieros que obtienen un gran negocio en el ‘yo-yo’ de su prima de riesgo, sino en las grandes fluctuaciones de su deuda soberana. La economía española se apresta a ‘chuparse’ más de cien mil millones de euros para revitalizar su sistema financiero, pero lo grave está en el estado de sus cuentas nacionales. The Economist alerta sobre el interés que paga el país por financiarse a 10 años, uno de los más altos de la historia de cualquier Estado. El interés del bono alcanzó la semana pasada el 7,75%, un dato que habla por sí solo, pues cuando se dieron los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal, el interés rondaba el 7%, casi un punto por debajo de la situación ibérica. Los ingleses creen que el Gobierno de Mariano Rajoy tardó demasiado en tomar “difíciles elecciones” como la limpieza de los bancos, e insiste en que “hay escepticismo entre los inversores sobre si España podrá cumplir sus objetivos de déficit”. Ahora lo que preocupa no es la prensa analítica o crítica con el manejo de la economía española, sino los efectos colaterales de una crisis que han pretendido tapar. Las señales que están enviando las multinacionales españoles en los mercados en donde se encuentran son nefastas; el caso de Telefónica no es el mejor. No solo están apretados en Brasil, Argentina y Perú, sino que en Colombia tuvieron que acudir a las arcas nacionales para que se capitalizara conjuntamente los pasivos de la absorbida Telecom. A esto se suma la salida del Banco Santander y la desinversión de Planeta en negocios estratégicos.

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