Una característica de este gobierno que parece acentuarse es la de intentar cambiar las cosas de manera sinuosa sin entrar abiertamente a un debate o ir frontalmente a una confrontación. Es como si la falta de argumentos los llevara a evadir la discusión tratando de lograr el resultado que están buscando por la puerta falsa ya sea a través de un Decreto Supremo o por alguna medida administrativa sin que el asunto de fondo sea nunca debatido y aclarado.
Así tenemos que en el tema que más le interesa a la pareja presidencial –la de perpetuarse en el poder– ya decidieron dirigirse al Jurado para que le abra la puerta a la candidatura de Nadine sin tratar de modificar abiertamente la legislación gracias a que el asunto será interpretado.
Evidentemente, más sencillo que tratar de convencer a eventuales oponentes políticos en el Parlamento es el presionar a funcionarios de segundo rango ya sea incentivándolos con poéticas travesías o intimidándolos con la amenaza de que serán investigados. Más aún, cuando le llegue eventualmente a la primera dama la autorización para postular se armará la de San Quintín, como fue el caso de la interpretación auténtica hace ya buenos años. Sin embargo, es probable que, para entonces, a la oposición la habrán madrugado sin que el tema haya sido nunca abiertamente acordado.
Igual estrategia están siguiendo en relación con el servicio militar tratando de convertirlo, nuevamente, en obligatorio a través de un sorteo de lo más enrevesado, en lugar de, simplemente, modificar transparentemente la ley que lo volvió voluntario.
Esta última actitud posiblemente refleje los antecedentes militares del presidente queriendo, equivocadamente, apoyar a su alma máter con un absurdo retroceso a la leva y a su oscuro pasado sin asumir el costo político de tratar de justificarlo.
Por otro lado, el uso de este esquema de no dar la cara se torna más siniestro cuando del otro lado hay dudosos personajes beneficiados. Es el caso del intento por destruir el mecanismo de cuotas pesqueras a través de la creación de un corredor que la penetra a lo largo de todo el litoral. El cual, para mayor escándalo, ha sido inventado mediante un decreto para uso exclusivo de un grupo informal de empresarios, liderados por el hermano menor del mandatario.
Nuevamente, en esta ocasión se está intentando modificar una ley por la puerta falsa con una norma de menor jerarquía, la cual no tiene ningún sustento. Más aún, solo parece estar respaldada en la evidente falta de voluntad de renuncia que están demostrando los funcionarios involucrados.
Al final, el modus operandi del Gobierno le resta aún más credibilidad. En realidad, es muy difícil explicar el motivo por el cual quieren contrabandear legislación por la puerta de atrás cuando, si esta fuera coherente y correcta, entraría por la puerta principal.
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