martes, 21 de mayo de 2013

Luis García Miró Elguera. Basta de misterios, presidente Humala


El presidente Ollanta Humala insiste en poner a parir al país, con una táctica de misterios alrededor del rumbo que adoptará su gobierno. Quizá cree que es cool dejar al Perú a su aire intrigante en torno a si decide, o no, “chavizar” su gestión. Y, sobre todo, cuándo hacer el “cambio”. Pareciera que le divierte tener en vilo a millones de peruanos. ¿Sus asesores cívico-militares consideran esto una estrategia? Y él mismo, ¿acaso cree correcto seguir con esa treta para satisfacer el interés de una mafia nacional-nihilista que persevera en atornillarse al poder en el Perú, al estilo Cuba, Venezuela, Ecuador o Argentina? ¿Dónde estamos, presidente? O, más propiamente, ¿adónde nos quiere llevar? ¿Por qué no devela el enigma? ¿Por qué no se decide de una vez por todas, presidente? ¿Quiere hacerle caso a sus cófrades que persiguen trasladar el Perú al cadalso cubano-chavista? De ser así, dígalo. No sea artero. No está usted en medio de algún jueguito de guerra con el enemigo, como enseñan en los cuarteles. Está usted conduciendo los destinos de una nación que habitan 30 millones de peruanos, de los cuales MENOS DE LA TERCERA PARTE votó por usted, a favor del programa cubano-chavista que propuso en dos campañas electorales. Sí, 73% de esta nación le dijo ¡NO! ¿Recuerda? Fue la gente que, tras un cuarto de siglo de piruetas neosocialistas, tuvo el nervio de enrumbar al Perú a un éxito espectacular; un esfuerzo aplaudido por el mundo entero; un suceso que permitió reducir en 33 puntos porcentuales ese 55% de miseria que nos incrustó el mismo neosocialismo que postulan sus asesores. Entienda, presidente Humala, casi tres cuartas partes del Perú votó CONTRA su programa electorero de corte resentido, neocomunista. En consecuencia sería traicionero –contrario al principio del honor militar– engañar a esos veintitantos millones de peruanos que le dijeron ¡NO! ¿O ha olvidado usted, un militar que se supone digno, que públicamente –y ante dos padrinos que aceptó de buen talante para ganar el repechaje– juró NO aplicar el plan de gobierno que le impuso su amigote Hugo Chávez, ese impresentable al que usted tuvo el desliz hace poco de señalar como “el camino a seguir”?
Ahora, si carece del carácter, la personalidad, los embriones suficientes para frenar los afanes cubano-chavistas de sus asesores, pues el Perú padecerá por su medianía. Y si ya decidió traicionarlo hipotecándolo a Venezuela, entonces dígalo ya. Pero basta de macabros suspensos y complots de neto corte militaroide, dirigidos contra las tres cuartas partes de la sociedad. Así no, presidente. Así no se gobierna. Perú no es Venezuela. Acá casi medio siglo atrás su admirado general Velasco Alvarado ya sembró el libreto comunizante. El resultado fue la ruina de la nación, el atraso de medio siglo frente a Chile –país al que en los últimos 20 años hemos recuperado en desarrollo, un acortamiento que usted pretende echar al tacho-, y por último nos trajo el sanguinario terrorismo. Sin embargo, presidente, si usted tiene los embriones bien puestos para frenar el ímpetu neocomunizante de quienes lo rodean, entonces átese al mástil, como Ulises, e ignore la caja de los truenos chavistas que hace años lo persigue para cobrarle la factura por el apoyo en dos comicios que le prestó el impresentable Chávez; ese prepotente militar extranjero que quiso comprar las elecciones acá para imponer a un mandatario que fuera capaz de poner al Perú a su servicio; a la causa de la miseria, a la abolición de la libertad, al odio de clases y al desastre social. Repetimos, suficiente misterio. Decídase ya, presidente.

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