Dicha certeza es desconcertante: no hay evidencia de que el presidente Barack Obama vea a Yellen como un perfil favorito. Ni tampoco su posible lista, que incluye a dos exsecretarios de la Tesorería, Larry Summers y Tim Geithner; y un exvicepresidente de la Fed, Donald Kohn, indicando a Yellen como una alternativa inescapable. Cada uno es un nombre impresionante, al igual que son posibles algunos foráneos tales como Stanley Fischer, gobernador del Banco de Israel (quien tiene doble nacionalidad). Obama tiene un profundo banquillo del cual elegir.
Mi apuesta es que él se conformará con Summers, el caso para Yellen es fuerte. Sus credenciales económicas están a la altura de cualquiera, incluyendo a Summers. Habiendo sido jefe de la Fed de San Francisco, su experiencia en banco central es también profunda. Sin embargo, Yellen tiene una reputación de paloma en un momento en que el ciclo puede estar cerca de la inflexión. Para el próximo enero, cuando el sucesor de Bernanke asuma el puesto, la larga fase de alivio monetario es posible que se esté reduciendo.
La semana pasada, Bernanke aseguró al Congreso que las compras mensuales de activos de US$85 millardos en la tercera ronda de alivio cuantitativo continuaría mientras haya cualquier cuestionamiento sobre la recuperación de EEUU. Tal duda se mantiene creciendo un poco más débil en cada reunión de la Fed. La economía de Estados Unidos está elevando la velocidad.
El sucesor de Bernanke necesitará tranquilizar los mercados y que él o ella sea lo suficientemente duro de elevar las tasas de interés cuando sea necesario. Por mucho que un presidente pesimista pueda sentirse bajo presión para ordenar ataques aéreos, la reputación de Yellen podría empujarla a constreñirse demasiado pronto. Tales son los perversos incentivos de las expectativas.
En cuanto a Geithner, su currículo es igualmente estelar. Pero él insiste en que no está interesado en el cargo. La continua controversia de Washington sobre el objetivo del Servicio de Rentas Internas (IRS, por sus siglas en inglés) de los grupos del Partido Conservador también arriesgaría a un feo proceso de confirmación del Senado. Los hechos tienen lugar mientras Geithner fuera secretario de la Tesorería y el IRS sea supervisado por el departamento de la Tesorería.
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