miércoles, 1 de mayo de 2013

Luis García Miró Elguera. Corrupción rodea al “affaire” Repsol

... Hay dos extremos en el “affaire” Repsol: 1) el presidente Ollanta Humala ha sido pésimamente asesorado  o 2) él mismo es quien lo impulsa por autoconvicción....
Pero en ninguno de los casos el presidente Humala tiene manera de justificar un “affaire” como el de Repsol. Por donde se le mire es un absurdo, una traición a su juramento, un direccionamiento trasnochado y un escándalo financiero que estallará más temprano que tarde con sello de corrupción. Es absurdo porque no siendo Perú un país con reservas petroleras, el negocio del refine es claramente inseguro, marginal, especulativo. Es traicionero porque inducir al Estado a que compre una quinta refinería para maquilar oro negro importado de Ecuador, Irán o Venezuela es echarle mano al ahorro de los peruanos. Es trasnochado porque el nacionalismo pretende empoderar a Petroperú para que compre los obsoletos activos de Repsol. Y es escandaloso porque esos activos obsoletos vienen cargados de pasivos escondidos. Por eso se comenta que el “affaire” Repsol arrastra un gran negociado listo a ser repartido entre cierta jerarquía. Inclusive el MEF ha revelado que en 2012 Petroperú perdió cerca de US$240 millones, plata del contribuyente. Es decir, una empresa con pérdidas recibiría permiso del Estado para dilapidar US$2 mil millones en el “affaire” Repsol... el Estado no tiene recursos per se; sólo se alimenta de los impuestos que aporta la sociedad con fines específicos: Salud, Educación, Seguridad, Administración Pública. Pero de ninguna manera para apostarlos en aventuras políticas o empresariales. Para esto último está el capital privado, preparado para contingencias y riesgos con su propio dinero.
Aparte de arrastrar una carga ideológica anacrónica que apunta a controlar precios –vía subsidios inflacionistas– y restarle espacio emprendedor al sector privado, y además de promover la distracción del dinero de los peruanos en aventuras empresariales de alto riesgo, el “affaire” Repsol lleva impreso el sello indeleble de la turbiedad, marca que siempre acaba en negociado, corrupción y escándalo...

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