Hace ya un buen tiempo que quedó definido que sí habría proceso de revocatoria. Lamentablemente los llamados a defender a la alcaldesa y hacer campaña por el "no" en esta consulta aún no terminan de pasar por las cinco etapas y aún no llegan a la de la aceptación. Pasaron por la negación, insistiendo hasta las últimas consecuencias que no habría revocatoria. Pasaron por la ira, atacando a todo aquel que manifestaba duda de la gestión de la alcaldesa, ni qué decir a los que apoyan a la revocatoria y a las entitades oficiales que participarán del proceso. Y actualmente pareciera que están en la negociación. Esperemos que no les tome mucho antes de que pasen a la depresión y luego a la aceptación, porque mucho tiempo no les queda antes de que sea la consulta efectivamente.
Y bien que la tienen difícil. Por un lado está el hecho que explica Carlos Meléndez en su columna del 30 de octubre: la alcaldesa no se ha preocupado por formar una base política a su gestión, de tal manera que su estilo anti-político tecnócrata no la ayuda para una campaña como la que tiene que hacer ahora. Por el otro está lo que expresan las encuestas en Lima con respecto a los temas que generan mayor insatisfacción de la población hacia la gestión municipal: Que los problemas que más molestan a los limeños son los que menos dependen de la alcaldesa.
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