Por eso, todo escaseaba, las medicinas eran caras, los autos eran costosos y malos.
Ahora, con la entrada en vigencia del tratado con la Unión Europea, tenemos garantizado que prácticamente todo lo que importamos estará liberado, mientras que los exportadores tendrán asegurados sus mercados. Es, sin duda, un enorme cambio para beneficio de todos los peruanos. Por ello, no entendemos la falta de interés del Gobierno por retomar los tratados pendientes de ser negociados.
Por otro lado, el bienestar que el libre comercio está generando tiene que ser complementado con reformas en las áreas que nos están frenando.
Así, es un escándalo que la ministra de la Producción –a fin de congraciarse con la cúpula de los sindicatos– haya decidido perjudicar a 24 mil microempresarios al no extender el régimen creado para formalizarlos. Con esto, los sobrecostos laborales tendrán que soportar un incremento de 50 por ciento y, como ningún negocio aguanta tal salto, simplemente regresarán obligados a la informalidad.
Asimismo, la falta de seguridad se ha convertido en una carga que nos puede sacar del mercado ¿Cómo es posible que en pleno centro financiero, a escasos metros de una de las sedes de la Policía Nacional, puedan robar y asesinar a inocentes ciudadanos? Humala, quien parece obsesionado con las panzas de sus adversarios, debería fijarse en el estado físico de sus generales, esos que no atrapan a un criminal aunque les den un kilómetro de adelanto. La inseguridad se está escapando completamente de las manos.
Al final, si el Gobierno sigue sin avanzar en lo laboral y no mejora la seguridad, lo que estamos ganando en competitividad, gracias a los tratados, será desperdiciado.
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