domingo, 17 de febrero de 2013

Steven Levitsky. Por una oposición fuerte

.... Sin una oposición partidaria organizada y activa, entonces, hay más peligro de crisis, corrupción, y hasta colapso democrático... Desde esta perspectiva, la situación en el Perú preocupa. La oposición partidaria en el Perú es débil. Su debilidad se ve claramente en el Congreso. Ni Alan García ni Ollanta Humala han tenido una mayoría legislativa... los presidentes minoritarios en el Perú no encuentran mayores obstáculos en el Congreso. Ni García ni Humala ha tenido que negociar seriamente con Congreso...
¿Dónde está la oposición? Partidos como el APRA y Perú Posible parecen activarse solo cuando su líder es candidato. Fuera de las épocas electorales funcionan más como escudos personales que como partidos de oposición. El fujimorismo es la fuerza opositora más grande, pero hace menos oposición de lo que muchos esperaban. Su objetivo principal sigue siendo la liberación de Alberto Fujimori... Se suele atribuir la cooperación del fujimorismo con el oficialismo a pactos oscuros, pero en realidad un partido cuyo objetivo principal es excarcelar a su líder es fácil de cooptar...
La debilidad de la oposición peruana es producto del colapso de los partidos. Las elecciones peruanas son dominadas por candidatos personalistas. De los cinco candidatos importantes en 2011, uno (PPK) no tenía partido y los demás (Humala, Fujimori, Toledo, Castañeda) encabezaron partidos personalistas que eran poco más que listas de amigos, tránsfugas e independientes que compraron su lugar en la lista.
Los partidos personalistas sirven poco para la construcción una oposición fuerte. Sus líderes, los ex candidatos presidenciales, suelen desaparecer después de la elección. Como depende del líder ausente, el partido personalista se paraliza. Si el líder deja la política o deja de ser viable como futuro candidato, sus congresistas se convierten en huérfanos. Para no quedarse en un partido sin futuro, los huérfanos se transforman en agentes libres, negociando con quien hace la mejor oferta. Como el gobierno tiene más recursos, la mayoría de los huérfanos termina jugando con el oficialismo.    
Sin una oposición partidaria que vigila al gobierno, el riesgo de errores, corrupción y abuso del poder sigue siendo alto. En la época post Fujimori, los peruanos han utilizado un mecanismo informal para constreñir a los presidentes: la baja popularidad. Un presidente con aprobación de 25 o 30% suele ser menos peligroso que un presidente con aprobación de 70%. Pero el escepticismo público no es suficiente. Si la aprobación del presidente sigue subiendo, ¿quien lo va a vigilar? 
http://www.larepublica.pe/columnistas/aproximaciones/por-una-oposicion-fuerte-17-02-2013

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