martes, 23 de abril de 2013

Carlos Basombrío. Doble moral

Desde el inicio, el proceso electoral estuvo viciado por todo tipo de irregularidades. Se había perdido la independencia de poderes. Las instituciones electorales estaban absolutamente sesgadas. Las FF.AA. trabajaban para el oficialismo. La televisión, en su inmensa mayoría, sometida o comprada. Ignoraba o agredía al otro candidato. Aun con todo ello, el opositor raspó el 50% y para muchos había ganado. Pese a los reclamos y evidencias de groseras irregularidades se proclamó vencedor al oficialista. Infiltraron a sus esbirros en las protestas pacíficas de la oposición. Incendiaron locales públicos y personas inocentes fueron muertas. Amenazaron con apresar a los opositores, culpándolos de los hechos. El día que asumió el poder toda la oposición abandonó el Congreso para no ser parte de la farsa.
¿Maduro 2013? No, Fujimori 2000.
Las dos situaciones son virtualmente idénticas. Lo que las diferencia es que la primera fue justificada por la mayor parte de la derecha, que antepuso a cualquier consideración democrática el hecho de que Fujimori expresaba un proyecto pro empresarial; y que la izquierda participó activamente en la lucha por la democracia. La segunda es hoy justificada por la mayor parte de la izquierda, que antepone a cualquier consideración democrática el hecho de que Maduro se dice socialista. La misma derecha que apoyó a Fujimori es hoy implacable con la conducta antidemocrática del chavismo; y la misma izquierda aplaude a Maduro. Vergonzosa doble moral de ambas.
Hay otra diferencia. Cuando pasó lo de Fujimori había en América convicciones más firmes sobre el valor de la democracia. Con el liderazgo de Canadá y los EE.UU., la OEA logró imponer un diálogo entre gobierno usurpador y oposición. Ningún gobernante vino a la toma de mando. En esta ocasión, toda América Latina ha bailado al ritmo de los aliados de Chávez. Todos legitimaron a Maduro asistiendo a su juramentación.

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