… (el FMI fue) creado en 1945 con la finalidad de gestionar el sistema
monetario de Bretton Woods: en concreto, su finalidad era la de conceder
préstamos temporales a países con déficits exteriores para evitar un rápido
reajuste interno de sus patrones productivos y de consumo que revertiera esos
déficits; eufemismo para no hablar claramente del sabotaje deliberado del
funcionamiento disciplinante del patrón oro clásico en aras de lograr un
rampante inflacionismo gubernamental. Desde su origen el FMI fue una
institución profundamente anticapitalista. No en vano, fue diseñada por dos
economistas adversos a los mercados libres: John Maynard Keynes y Harry Dexter
White.
Extinto Bretton Woods en 1973, el FMI no desapareció: siguió engordando
e incrementando su influencia sobre las distintas economías del planeta... el
propósito del Fondo desde los 70 pasó a ser el de “estabilizar” economías en
dificultades concediéndoles asistencia crediticia a cambio de un programa de
reformas y ajustes en su mayoría torpes y discutibles. El FMI es un prestamista
de última instancia de manirrotos gobiernos insolventes nutrido con los fondos
expoliados a los contribuyentes del resto del mundo. Lejos de permitir que cada
liberticida país y cada intervencionista gobierno sufrieran íntegramente las
consecuencias de su desastrosa actuación, el FMI trataba de prevenir las
nefastas consecuencias de sus nefastas políticas parcheando sus trazos más
disparatados: por ejemplo, frenar pasito a pasito las tasas superinflacionarias
o reequilibrar los infinanciables presupuestos mediante todo tipo de dolorosos
pero insuficientes ajustes.
Al final, muchos países o ahondaban en el pozo o salían de él con
despotismos consolidados y sin ser conscientes de los motivos reales que los
habían llevado a hundirse. Los populismos estatistas de todo tipo comenzaron a
asociar el intervencionismo del Fondo con el liberalismo para así justificar un
redoblamiento de sus poderes frente a las injerencias externas del Fondo. En
realidad todo era un rifirrafe entre dos tipos de intervencionismo anti-libre
mercado: el de los caciques locales o el de una burocracia internacional que
pretendía profesionalizar el expolio al ciudadano volviéndolo políticamente
sostenible.
La actuación del FMI durante estos últimos años no se ha distanciado de
este pauperizador patrón: ha apoyado en todo momento los rescates de la banca a
costa del contribuyente, las subidas de impuestos dirigidas a dotar de algo de
credibilidad a las finanzas estatales o los elevados déficits públicos
supuestamente pensados para “el crecimiento”. Esta semana, Christine Lagarde,
repetía incansable el dogma keynesiano de que “no existe razón objetiva para
apresurarse a realizar una reducción drástica del déficit” en España o que
nuestro país “puede crecer en 2014 si no se le fuerza a realizar más ajustes”.
También el economista asesor del Fondo, Philip Gerson, pedía hace unos días más
tiempo para que nuestro gobierno complete su estabilización presupuestaria. Ni
una buena idea ni una buena acción.
En suma, ayer y hoy el FMI ha pretendido socavar el funcionamiento del
mercado libre, dándole más cuerda al deudor manirroto gubernamental para que
siga avanzando con paso firme hacia la insolvencia pero sin descuidar por un
momento las abusivas subidas de impuestos que tiendan a consolidar su
hipertrofia. Ayer y hoy, el FMI sobraba…
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