La vergonzosa posición asumida por el gobierno peruano y sus pares de
UNASUR muestra que las convicciones democráticas en el continente no han
avanzado mucho en las últimas décadas.
En Venezuela existe desde hace 14 años una dictadura. Aunque elegido
democráticamente, Hugo Chávez rápidamente concentró todo el poder en sus manos.
El equilibrio de poderes, esencia de la democracia, no existe en Venezuela
porque el chavismo controla de manera brutal y descarada el Ejecutivo, el
Parlamento, el Poder Judicial, los organismos electorales, las FFAA y todas las
instituciones. La alternancia en el gobierno tampoco existe, pues Chávez se
perpetuó indefinidamente y solo la muerte pudo apartarlo del gobierno. Y, al
final, él mismo designó a su sucesor. La libertad de expresión está reducida al
mínimo indispensable para justificar la farsa a la que descaradamente pretenden
llamar democracia... El hecho de que cada cierto tiempo se realicen elecciones
significa muy poco. En las dictaduras personalistas, los caudillos nunca
pierden una elección. Desde el mexicano Porfirio Díaz, hasta Hugo Chávez,
pasando por el paraguayo Alfredo Stroessner, el dominicano Rafael Leonidas
Trujillo, el nicaragüense Anastasio Somoza y en el Perú Augusto B. Leguía y
Alberto Fujimori, los caudillos se han reelegido una y otra vez amañando las
elecciones... Pero esencialmente el sistema de las dictaduras personalistas es
el mismo.
El relativamente amplio respaldo que reciben las dictaduras muestra la
fragilidad de las convicciones democráticas en el Perú y América Latina. Aquí,
gran parte de la derecha respaldó a Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos… Y
ahora rechazan la dictadura chavista en Venezuela. Casi todos los izquierdistas
que en el Perú estuvieron contra la dictadura de Fujimori, ahora apoyan
entusiastamente la dictadura chavista y al gobierno totalitario de los Castro
en Cuba. Vistas las cosas en perspectiva, en el último siglo los avances en el
arraigo de la democracia en América Latina son más bien pequeños y frágiles.
… es casi imposible que Nicolás Maduro se mantenga en la presidencia
hasta el 2019. Ni Chávez al lado de Jesucristo, ni reencarnado en pajarito
podrá ayudarlo. La situación económica y social de Venezuela es desastrosa, a
pesar de los millonarios ingresos del petróleo. El chavismo está podrido por
una corrupción desbocada y Maduro carece del liderazgo de Chávez, y no podrá
controlar las peleas internas. Más temprano que tarde se derrumbará, como
ocurre con todas las dictaduras personalistas cuando pierden a su líder, ya sea
por muerte o porque se fuga con las maletas llenas de dólares. Tampoco ha sido
casualidad que Chávez designe como sucesor a alguien tan torpe e incompetente
como Maduro. Los caudillos se rodean de gente que no les haga sombra.
El cantado respaldo de los presidentes de UNASUR se explica… porque
ellos esperan algo similar de sus colegas en algún momento… hoy por ti, mañana
por mí… “Varios gobernantes de la pegión…. están interesados en el desenlace (porque)
les interesa únicamente su propia perpetuación en el poder. Y lo que suceda con
Venezuela traerá consecuencias para ellos.” Es claramente el caso de Ollanta
Humala, que tiene la expectativa de recibir el apoyo de sus colegas cuando el
2016 intente la inmoral e ilegal “reelección conyugal”. Aunque sin duda, su
papel en esta farsa le costará algo. Por ejemplo, Mario Vargas Llosa ya empezó
a marcar distancia con él.
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