jueves, 18 de abril de 2013

Luis García Miró Elguera. Basta de tonterías.

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El peruano del tercer milenio es empresario por antonomasia. El estatismo militar del 60 al 80; la hiperinflación y consecuente mega ruina económica de los 80 al 90; aquel sanguinario cuarto de siglo de terrorismo; son tres ingredientes que transformaron genéticamente –y para siempre– a nuestra sociedad. Millones de mujeres y hombres ahora se dedican frenéticamente a toda suerte de actividad emprendedora, ganándose los frijoles con su trabajo y no con la dádiva del Estado, como todavía insiste en engañarle la izquierda. Y si ese Estado intentara arrebatarle su fuente de trabajo poniéndole trabas a la apertura de un negocio o, peor todavía, limitando la actividad privada para estatizar determinados campos de la producción y llenarlos de burocracia manipuladora de la ciudadanía mediante el suicida subsidio con fines electoreros –o de permanencia en el poder– entonces la autoridad se dará de bruces con un pueblo osado y resuelto que rechazará toda injerencia política alrededor de su territorio, de su coto privado. Perú no es ni Cuba, Venezuela, Argentina, Ecuador ni Bolivia. Y dos veces no capan al gato, señores. En consecuencia sería bueno que el gobierno del presidente Ollanta Humala ponga de lado su retórica confusa, su politiquería perniciosa y se dedique de lleno a pro-mo-ver nuevamente esa actividad privada que le ha permitido a este país crecer y  reducir la pobreza, como no lo ha logrado régimen socialista alguno.

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