La idea de que la eliminación del voto preferencial fortalecerá a los partidos y con ello a la democracia, es errada. ¿Por qué la lista cerrada será mejor que la lista para voto preferencial si ambas son preparadas por las cúpulas de los partidos? ¿Qué nos garantiza que anulado el voto preferencial harán un mejor trabajo? El voto preferencial le permite al elector elegir dentro de la lista propuesta por el partido a quien él cree que representará mejor sus intereses. El problema es que este sistema no le gusta a las cúpulas precisamente porque el poder de decisión recae en el ciudadano, y ello las debilita.
Los defensores de la anulación del voto preferencial argumentan que en democracias liberales las listas al Parlamento son cerradas. Pero olvidan precisar que tienen mecanismos de rendición de cuentas donde los representantes responden a las bases y a los ciudadanos que los eligen. Muchas tienen el sistema de distritos electorales múltiples uninominales. Esto es, los distritos son tan pequeños que por cada uno de ellos solo hay una curul. Así en lugar de que Lima tenga 36 curules, estas deberían dividirse en 36 distritos electorales. Un distrito electoral más pequeño facilita la posibilidad de que los electores conozcan mejor a sus representantes. Además, genera los incentivos para que los partidos se fortalezcan e institucionalicen ya que será más fácil que los electores los obliguen a rendir cuentas.
Olvidan también que en democracias liberales son las bases de los partidos quienes eligen quiénes serán los candidatos. Esto genera el incentivo para que más ciudadanos participen en política al acercar los partidos al pueblo.
Otra reforma propuesta es la renovación por tercios, como en EE.UU. El Nobel Stiglitz sostiene que uno de los problemas del Parlamento estadounidense es que está en campaña constante. Por ello, sus congresistas están más ocupados en recaudar fondos para sus campañas que en representar a sus electores. En Inglaterra, por ejemplo, no existe renovación por tercios. Los parlamentarios son elegidos por periodos de cinco años.
Fukuyama sostiene que no es suficiente copiar modelos y traspasarlos para que los países logren el desarrollo ni fortalezcan la democracia. Es necesario estudiar la historia de las democracias liberales, analizar la realidad de nuestros países y tratar de encauzarlos por la vía correcta.
Existen científicos políticos que llevan años dedicados al estudio de la historia económica, política y del desarrollo de los países. Antes de que nuestros opinólogos se manden como expertos, deberían leer un poco, ¿no?
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