lunes, 8 de abril de 2013

Aurelio Pastor Valdivieso. Manos sucias en guerra sucia

Coincido con quienes piensan que la ofensiva de la comisión investigadora contra Alan García obedece a una campaña iniciada para mantener en el poder más allá del plazo constitucional a la actual sociedad conyugal que lo detenta.

No debemos olvidar que intrínsecamente el humalismo es la versión peruana del chavismo con vocación universal. Que haya cambiado su discurso en la última campaña obedeció a una estrategia con la finalidad de ampliar su universo electoral y lograr conseguir los votos para ganar las elecciones. En el fondo, los Humala-Heredia siguen siendo chavistas. El Perú no es Venezuela y por ello se necesita adaptarlo. Nuestra sociedad actualmente aprecia más el sistema democrático que nuestra hermana caribeña, y nuestra economía no puede soportar cerrar todos los caños de inversiones porque no tenemos el flujo que cada día recibe Venezuela por el petróleo que le sobra. Eso obliga a Palacio a ser pragmático por ahora, mientras va avanzando políticamente repartiendo la herencia que recibió de dos décadas de sacrificio y que hoy se despilfarra en programas sociales ineficientes y administrados de manera poco transparente.
La gente, al igual que en Venezuela y afines, aplaude y recibe cuando se le regala el dinero, sin comprender que se está dilapidando su futuro convirtiéndolos en incompetentes para valerse por sí mismos. Los programas sociales deben ser temporales y eficaces para que cada vez se requieran para menos personas, pero en la mentalidad chavista la dependencia popular es el punto más importante para continuar en el poder.
La inflación se elevó el último mes en casi 1%, después de cinco años de estabilidad controlada; los grandes proyectos de inversión y la ejecución de obras están paralizados; el gasto público se ha reducido y la gente empieza a sentir una calle cada vez más dura.
Frente a este escenario, la figura de Alan García es un peligro potencial y el Gobierno decide curarse en salud persiguiéndolo política y mediáticamente a través de sus operadores y agentes, que son los únicos que disfrutan de la teta estatal.
La confrontación iniciada puede estar dentro de los planes para forzar una salida "a lo Chávez", con modificaciones e interpretaciones realmente "auténticas" y con un mayor endurecimiento de las hostilidades políticas, mediáticas y judiciales contra García, el APRA y otros. Mientras tanto, la economía seguirá resintiéndose en desmedro de todos los sectores del país. Pero eso al Gobierno, como en Venezuela, no le interesa. 

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