viernes, 5 de abril de 2013

Carlos E. Paredes. ¿Qué pasa con el sector pesca?


1. Nuestro mar es uno de los más ricos del planeta y la explotación de la anchoveta nos convirtió en una potencia pesquera mundial hace más de 50 años. Sin embargo, la regulación vigente adolece de serios problemas que socavan la explotación racional, eficiente y sostenible de nuestra riqueza hidrobiológica. Muchos de estos problemas no son nuevos y, en este sentido, no resultaría justo imputar la responsabilidad de los mismos a las actuales autoridades del PRODUCE. Pero también es cierto que los niveles de desconocimiento, confrontación y confusión a que se ha llegado recientemente parecen no tener precedentes.

2. Dado el creciente caos del sector, creo que resultaría fructífero que tanto las autoridades como los empresarios pesqueros (industriales, de menor escala y artesanales) pongan paños fríos a la confrontación actual y realicen un esfuerzo serio de autocrítica. Por un lado, algunas autoridades –sin mayor experiencia ni entrenamiento previo en pesca– no supieron asesorarse por técnicos experimentados, menospreciaron el intercambio de ideas, no sólo con los empresarios pesqueros, sino con técnicos independientes, e, incluso, con funcionarios del IMARPE. Desgraciadamente, el PRODUCE parece no tener objetivos claros y coherentes. Y a pesar de sus posibles buenas intenciones, ha incurrido en graves errores, promoviendo normas que socavan el ordenamiento de nuestra principal pesquería y vulneran la sostenibilidad de nuestros recursos marinos, sobre todo, de la anchoveta.

3. Por otro lado, muchos empresarios pesqueros –ya sea dedicados a la producción de harina y aceite de pescado, o a la pesca para consumo humano directo– han repetida e irresponsablemente priorizado sus utilidades de corto plazo sobre cualquier otro considerando, inclusive la sostenibilidad de la especie que sustenta su negocio. Ejemplos de lo anterior son: el sub-reporte de los desembarques y los descartes de juveniles en el caso de la pesca industrial de anchoveta; la promoción de movilizaciones sociales para incrementar cuotas, como en el caso de la merluza; y el continuo y creciente desvío de la pesca de consumo humano directo hacia la producción de harina, en el caso de la pesca artesanal y de menor escala. Si a este comportamiento se le añade una dosis importante de arrogancia, hipocresía y falta de respeto por la autoridad, entonces el resultado claramente no puede ser muy bueno.

4. Y en el medio de esta confrontación y confusión, la necesaria reforma y modernización del sector se ha congelado. No se ha avanzado un ápice en materia reforma y racionalización de derechos de pesca, que deberían servir para financiar los costos de administrar y desarrollar eficientemente nuestras pesquerías. El urgente perfeccionamiento y expansión del control satelital de las embarcaciones no está siendo atendido; la nueva temporada de pesca se acerca y las embarcaciones de menor escala y artesanales nuevamente no cumplirán con el mandato legal de tener un sistema de posicionamiento a bordo, pero se les asignan franjas muy ricas del mar para que en la práctica pesquen sin control alguno. ¿Y qué hay de la recomendación científica del IMARPE en el sentido de incorporar a la pesca artesanal dentro de la cuota global de pesca? Nada, no hay nada, pues la atención ha estado focalizada en defender posiciones indefendibles.

5. Ya es hora de dejar actitudes beligerantes y poco constructivas atrás. Las partes involucradas tienen que hacer un autoexamen y corregir sus errores. Acuérdense, señores, que tienen que cuidar y explotar un recurso que no es de ustedes, sino de todos los peruanos.

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