Instalación de telescopios en Chile abrió nuevo nicho para la industria
local en el desarrollo de complejos diseños de observatorios astronómicos.
Construir un radiotelescopio como Alma, a 5.000 metros de altura,
requiere de sistemas capaces de soportar la presión, además de un clima seco y
frío. Por eso, cuando se pensó en instalar la fibra óptica para trasladar la
información desde las antenas al centro de operaciones y de ahí a las
instituciones interesadas, la tarea debió encargarse a una empresa con experiencia.
La escogida fue Axys, una firma de ingeniería chilena que ya había trabajado en
la tecnología que conectó al observatorio Paranal (Antofagasta) con las
oficinas en Santiago. Aunque Alma significaba un desafío aún mayor...
… “Cuando comenzaron las primeras instalaciones del telescopio Blanco,
de Cerro Tololo (1962), no había en Chile empresas contratistas que tuvieran
una calidad como la que requería el observatorio. Trabajaban extranjeros y los
chilenos que lo hacían era en trato directo con el observatorio”, dice Hernán
Bustos, representante legal de los telescopios de Aura en Chile. Medio siglo
después, 11 empresas locales trabajan o han participado en alguna de las etapas
de construcción de los observatorios que han transformado a Chile en la capital
astronómica del mundo. Sólo una se especializa en radioastronomía (Astro
Norte), el resto son constructoras, empresas de ingeniería eléctrica,
electrónica y obras civiles. “Ha habido una evolución tremenda, en especial
porque grandes empresas de ingeniería han incorporado técnicas y procesos que
no necesariamente se emplean en el país”, asegura Bustos.
Arcadis, compañía de ingeniería y consultoría es un ejemplo. En 1998
supervisó la construcción del telescopio Soar, en cerro Pachón. En ese mismo
lugar se instalará el LSST (Gran telescopio de rastreo sinóptico) para el cual
diseñaron la ingeniería básica y de detalle de la arquitectura, estructuras y
especialidades. Con ello se transforma en el primer observatorio desarrollado
con ingeniería chilena.
…Para fomentar la participación de estas empresas, en 2012 el gobierno
creó la Oficina de Enlace Industrial, dependiente del Ministerio de Economía,
que tiene la función de acercar los proyectos astronómicos futuros a la
industrial local. Según Valentina Strappa, encargada de la Oficina, la
hipótesis es que las empresas chilenas no han participado en proyectos
anteriores, pues no han tenido la información para tomar parte de las
licitaciones a tiempo. Su tarea será revertir esto.
“Las contrataciones de empresas chilenas han sido esporádicas y en base
a recomendaciones cruzadas o a su participación en pequeños proyectos, por lo
que con el tiempo quedan en la base de datos. Es bastante lento dejar que esto
siga funcionando así, sobre todo porque vienen más proyectos”, dice. Sólo en
términos de ejecución, los futuros telescopios significarán cerca de 3.000
millones de dólares de inversión, de la que cerca del 20% quedará en Chile,
pero en servicios básicos. La idea es que el porcentaje aumente, pero en las
etapas más especializadas, donde los montos son mayores. En ese campo, sólo
algunas universidades han avanzado, entre ellas, la U. de Chile, que trabaja en
la mejora de los receptores para radiotelescopios como Alma; la U. Católica,
que trabaja en telescopios ópticos; la U. Federico Santa María, en informática,
y U. de Concepción, en astroingeniería, entre otras.
Este año la Oficina de Enlace Industrial hará encuentros con empresas,
imitando el sistema del Observatorio Europeo Austral (ESO), donde se les
informará sobre los nuevos proyectos. En el futuro no descartan que para
próximas iniciativas incorporen la exigencia de la participación de empresas
chilenas, siguiendo el modelo de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario